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Martes, 14 Diciembre, 2021 18:05
 
 

Si supiese qué es lo que estoy haciendo, no le llamaría investigación, ¿verdad?

Albert Einstein

Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres. / Heinrich Heine (1797-1856) Poeta alemán.

LIBRO RUBEN DARIO

 

"¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir 'amor, amor', y que debían los pueblos pedir como piden pan".

Federico García Lorca

“Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos”.

Sir Francis Bacon

PERSONAJES / FLORA TRISTÁN

FLORA TRISTÁN

 

FLORA TRISTAN

 

 

UNION OBRERA

 

FLORA TRISTÁN

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

27 de junio del 2017

“Hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero”,

Nace en París, Francia el 7 de abril de 1803 y muere en 1844 víctima del tifus en Burdeos.

Su padre era un coronel peruano de la armada española, Marino Tristán Moscoso y su madre francesa, Anne Laisney.

A los cuatro años su padre muere y Flora se ve privada de todo, crece en la pobreza. El Estado francés revolucionario no reconoce a la viuda ni a los hijos negándoles cualquier bien o derecho.
Flora comienza a trabajar como obrera en un taller de litografía, tenía 17 años, su propietario era André Chazal, se casa con éste y tiene tres hijos, una de ellos es Aline, la madre del pintor Paul Gaugin.

Hay entre sus biógrafos coincidencias que este matrimonio no funcionó: decepción pero también golpes, la realidad es que tuvo que huir de los malos tratos y pelear por la tenencia de sus hijos, esta lucha tarda 12 años. El momento más duro es en 1838 cuando su marido intenta asesinarla.

Separada comienza a trabajar como criada de una familia inglesa, por lo que debe viajar a Inglaterra. En tal sentido, en Londres, logra penetrar en la Cámara de los Lores vestida de hombre junto a los obreros a quienes se les da la espalda.

No siendo reconocida por su padre, en 1833 viaja a Perú junto a Aline, su hija y está algunos meses, las diferencias sociales son significantes y lo único que logra es que su tío le dé una pensión de por vida. En Perú presencia la guerra civil desatada y ve la gran diferencia entre las distintas clases sociales lo cual también colaborará a su acción de defensora de los derechos y libertades de la clase obrera y de la mujer especialmente.

LA AGRESIÓN DE SU MARIDO

Chazal le dispara un tiro y la deja gravemente herida, si bien a Chazal lo defienden abogados de porte trascendente, el juez lo encuentra responsable y le da 20 años de cárcel.

FRASES DE FLORA

"Una tarde de septiembre de 1838, tras permanecer días y días al acecho, un hombrecillo llamado André Chazal disparó en París contra su esposa. La mujer se desplomó en la acera gravemente herida: Flora Tristán era por fin libre". 


Cuando la totalidad de los individuos sepan leer y escribir, cuando los periódicos penetren hasta la choza del indio, entonces, encontrando en el pueblo jueces cuya censura habréis de temer y cuyos sufragios debéis buscar, adquiriréis las virtudes que os faltan.


Existe un contraste repugnante en Inglaterra entre la esclavitud de la mujer y la superioridad intelectual de las mujeres escritoras.


Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescindibles de ser mujer.

UNION OBRERA

Poco antes de morir, el 1° de junio de 1843 se edita la primera edición la cual tiene que ser pagada con la colecta entre amigos y personas que estaban de acuerdo con sus ideales.
Flora distribuyó 3.000 prospectos pidiendo financiación. Entre el 1° de junio y el 10 de julio, recibió 43 cartas y 35 visitas de obreros y obreras de diversos oficios que se habían presentado para ayudarla en su tarea.

Logra 123 suscriptores, salen los primeros 4.000 ejemplares. Colaboran: Béranger, Victor Considérant, Eugène Sue, George Sand, Hortense Allard, Blanqui, Louis Blanc, Ponsard, Mme. Desbordes Valmore, Louise Colet, los Didot, Paul de Kock, Marie Dorval, junto con los nombres de planchadoras, criadas, porteras, zapateros, albañiles y otros.

Quienes la rechazaron: Lamennais, David De Angers, Eugène Delacroix, Chateaubriand, Odilon Barrot, Laffitte, Garnier- Pagés, Dupin, el barón de Rothschild, entre otros.
La obra expone el proyecto político de la autora, donde refleja su punto de vista referido a la necesidad existente de que surja una unidad universal entre los trabajadores que defienda sus condiciones laborales y sociales.

Carlos Marx y Federico Engels reconocerán que este planteo fue precursor de su manifiesto, en tal sentido afirmó: su carácter de precursora de altos ideales nobles

Fuentes: varias y propias.

Caracteres: 13.611

UNION OBRERA


Fragmentos

 

FRASES

 

Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescindibles de ser mujer.

 

“Hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero”,

 

FLORA TRISTÁN

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

27 de junio del 2017

“Hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero”,

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FLORA TRISTÁN

UNA MUJER QUE SE LANZA A LA CONQUISTA DE LA CIUDAD 

Producción de Villa Crespo Digital

16 de julio del 2017

La novela, El Paraíso en la otra esquina de Mario Vargas Llosa, está escrita, dicen algunos críticos, desde la tradición decimonónica. Se basa sobre las vidas de Flora Tristán que vive entre 1803 y 1844 y su nieto, el hijo de Aline, entre 1848 y 1903; no conoció a su abuela el gran pintor Paul Gauguin.

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A LOS OBREROS Y A LAS OBRERAS OBREROS Y OBRERAS

Escuchadme: desde hace veinticinco años, los hombres más inteligentes y más abnegados han consagrado su vida a la defensa de vuestra sagrada causa; ellos, con sus escritos, discursos, informes, memorias, encuestas, estadísticas, han señalado, han constatado, han demostrado al Gobierno y a los ricos que la clase obrera, en el actual estado de cosas, se encuentra material y moralmente en una situación intolerable de miseria y de dolor; han demostrado que, de éste estado de abandono y sufrimiento, resultaba necesariamente que la mayoría de los obreros, amargados por la desgracia, embrutecidos por la ignorancia y, por un trabajo que excede sus fuerzas, se convertían en seres peligrosos para la sociedad; han demostrado al Gobierno y a los ricos que no solamente la justicia y la humanidad imponían el deber de acudir en socorro de las clases obreras mediante una ley sobre la organización del trabajo, sino que incluso el interés y la seguridad general reclamaban imperiosamente esta medida. ¡Pues bien! desde hace veinticinco años, tantas voces elocuentes no han logrado despertar la solicitud del Gobierno en torno a los peligros a que está expuesta la sociedad frente a 7 u 8 millones de obreros exasperados por el sufrimiento y la desesperación un gran número de los cuales se ve emplazado entre el suicidio... o el robo!... Obreros, ¿qué se puede decir ahora en defensa de vuestra causa?... ¿Acaso no ha sido dicho y redicho todo, desde hace veinticinco años, en todas las formas posibles y hasta la saciedad? No hay nada más que decir, nada más que escribir, porque vuestra desgraciada situación es bien conocida por todos. No queda más que una cosa por hacer: actuar conforme a los derechos escritos en la Carta. Ha llegado el día en que se hace necesario actuar, y a vosotros, a vosotros solos, os corresponde actuar en interés de vuestra propia causa. ¡Os va en ello la vida... o la muerte!, esa muerte horrible que mata a cada instante: ¡la miseria y el hambre! Obreros, dejad pues de esperar por más tiempo la intervención que se pide en vuestro favor desde hace veinticinco años.

La experiencia y los hechos os dicen suficientemente que el Gobierno no puede o no quiere ocuparse de vuestra suerte cuando se trata de mejorarla. De vosotros solo depende, si lo deseáis firmemente, salir del laberinto de miserias, dolores y degradación en el que os consumís. ¿Queréis asegurar a vuestros hijos el beneficio de una buena educación industrial, y a vosotros mismos la certeza del descanso en vuestra vejez? Podéis hacerlo.

Saint-Simon, Owen, Fourier y sus escuelas, Parent-Duchâtelet, Eugéne Buret, Willermé, Pierre Leroux, Louis Blanc, Gustave de Beaumont, Proudhon, Cabet; y, entre los obreros, Adolphe Boyer, Agricol Perdiguier, Pierre Moreau, etc.

 Vuestra forma de acción no es la revuelta a mano armada, ni el motín en la plaza pública, ni el incendio ni el saqueo. No, porque la destrucción, en lugar de remediar vuestros males, no haría más que empeorarlos. Los motines de Lyon y de París así lo han atestiguado. No tenéis más que una posibilidad de acción, legal, legítima, confesable frente a Dios y los hombres: LA UNIÓN UNIVERSAL DE LOS OBREROS Y DE LAS OBRERAS.
Obreros, vuestra condición en la sociedad actual es miserable, dolorosa: con buena salud, no tenéis derecho al trabajo; enfermos, lisiados, heridos, viejos, tampoco tenéis derecho a la hospitalización; pobres, faltos de todo, no tenéis derecho a la limosna, porque la mendicidad está prohibida por la ley. Esta situación precaria os sume en el estado salvaje en que el hombre, habitante de los bosques, se ve obligado cada mañana a pensar en el medio de procurarse el alimento de la jornada. Semejante existencia es un verdadero suplicio.
La suerte del animal que rumia en el establo es mil veces preferible a la vuestra; él está seguro de comer al día siguiente; su dueño le guarda en la granja paja y heno para el invierno. La suerte de la abeja, en su cavidad del árbol, es mil veces preferible a la vuestra. La suerte de la hormiga, que trabaja en verano para vivir tranquila en invierno, es mil veces preferible a la vuestra.

Obreros, sois desgraciados, sí, sin duda; pero, ¿de dónde viene la causa principal de vuestros males?... Si a la abeja y a la hormiga, en lugar de trabajar concertadamente con las otras abejas y hormigas para aprovisionar la vivienda común de cara al invierno, se les ocurriera separarse y querer trabajar solas, también ellas morirían de frío y de hambre en su rincón solitario. ¿Por qué pues vosotros permanecéis aislados?... ¡Aislados sois débiles y caéis aplastados bajo el peso de toda clase de miserias! ¡Pues salid de vuestro aislamiento! ¡Uníos! La unión hace la fuerza. Tenéis a vuestro favor el número, y esto ya es mucho.
Yo vengo a proponeros una unión general de los obreros y obreras, sin distinción de oficios, que vivan en el mismo reino; una unión que tendría por objetivo CONSTITUIR LA CLASE OBRERA y construir varios edificios (Palacios de la UNIÓN OBRERA), igualmente repartidos por toda Francia, En ellos se educaría a los niños de ambos sexos, desde los seis a los dieciocho años, y se acogería a los obreros lisiados o heridos y a los ancianos. Oíd hablar a las cifras y os haréis una idea de lo que se puede hacer con la UNIÓN.

(…)

¡HONOR AL TRABAJO! ¡RESPETO Y GRATITUD A LOS BRAVOS VETERANOS DEL TRABAJO! Sí, a vosotros, campeones del trabajo, os corresponde ser los primeros en levantar la voz para honrar la única cosa realmente honorable, el Trabajo. A vosotros, productores, despreciados hasta ahora por aquellos que os explotan, os corresponde ser los primeros en levantar un PALACIO para jubilar a nuestros viejos trabajadores. A vosotros, obreros que construís los palacios de los reyes, los palacios de los ricos, los templos de Dios, las casas y asilos donde se cobija la humanidad, os corresponde por fin. Se podrá cotizar en dos veces.

UNIÓN OBRERA construir un asilo en el que podáis morir en paz, vosotros, vosotros que no habéis tenido nunca donde apoyar la cabeza salvo el hospital cuando hay sitio. ¡Manos a la obra, pues! ¡Manos a la obra! Obreros, pensadlo bien, el esfuerzo que voy a intentar ante vosotros para arrancaros de la miseria es probablemente el último que pueda hacerse, porque si no respondéis a esta LLAMADA DE UNIÓN, si, por egoísmo o por despreocupación, no queréis UNIROS..., habría que abandonaros pronunciando sobre vosotros las palabras que se pronuncian sobre los muertos. Hermanos, un pensamiento desolador golpea en el corazón de todos los que escriben para el pueblo; que el pobre pueblo está tan abandonado, tan sobrecargado de trabajo desde su infancia, que sus tres cuartas partes no saben leer y la otra cuarta parte no tiene tiempo para leer. Y que por lo tanto, hacer un libro para el pueblo es echar una gota de agua en el mar. Por esto he comprendido que si me limitaba a poner mi proyecto de UNIÓN UNIVERSAL sobre el papel, el proyecto, con todo lo magnífico que es, sería letra muerta, como lo han sido tantos otros planes ya propuestos. He comprendido que, después de publicado mi libro, tenía otra misión que cumplir: ir yo misma, con mi proyecto de unión en la mano, de ciudad en ciudad, de un extremo a otro de Francia, a hablar a los obreros que no saben leer y a los que no tienen tiempo de leer.

Me he dicho a mí misma que ha llegado la hora de actuar y para el que ame realmente a los obreros, el que quiera dedicarse en cuerpo y alma a su causa, hay una hermosa misión que cumplir. Es necesario que siga el ejemplo dado por los primeros apóstoles de Cristo.

Aquellos hombres, desafiando la persecución y las fatigas, tomaban las alforjas y el cayado y se iban de país en país predicando la NUEVA LEY: la fraternidad en Dios, la unión en Dios. ¡Pues bien! ¿por qué yo, mujer que me siento llena de fe y fuerza, no puedo ir igual que los apóstoles de ciudad en ciudad, anunciando a los obreros la BUENA NUEVA y predicándoles la fraternidad en la humanidad, la unión en la humanidad? En la tribuna de las Cámaras, en los púlpitos cristianos, en las reuniones mundanas, en los teatros, y sobre todo en los tribunales, se ha hablado a menudo de los obreros; pero todavía nadie ha intentado hablar a los obreros. Es un medio que es necesario intentar. Dios me dice que triunfaremos. Por eso inicio con confianza esta nueva vía. Sí, iré a buscarles a sus talleres, a sus buhardillas, les buscaré hasta en las tabernas si es necesario, y allí, frente a su miseria, les conmoveré sobre su propia suerte y les forzaré, a pesar suyo, a salir de la espantosa miseria que les degrada y les mata.

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